José
Ángel Inzunza Mendoza
Libertad,
Tijuana, B.C., Marzo 17 del 2018.-Según estudios del doctor
italiano en filosofía y neurosicología clínica, Alberto Asero estima que a
partir de la primera mitad del Siglo XVIII se develó la problemática de una
sociedad hipócrita y desorganizada, en la que se dieron desplazamientos de los
conceptos morales por los de tipo económicos.
De lo anterior se desprende
una sociedad moderna hundida en la vorágine de un sistema mercantilista, con
nuevas formas de gobierno en las que, desde su interior, el gobernante ya va
enfocado en el control de las masas para satisfacer una economía de mercado,
siendo secundario el bienestar ciudadano.
En ese contexto explicó que
prevalece el círculo vicioso del interés privado sobre el de carácter público,
cuyos frutos vemos actualmente, no solo de cinturones de pobreza, sino lo que
es peor, una nueva forma de esclavitud, en la que ya de una forma sutil, el
trabajador vende no solamente su fuerza y creatividad de trabajo, sino hasta su
alma misma, su ser interior.
Ahora, indicó el experto
filósofo, se dice que ya está obsoleto el modelo de individuos virtuosos para
generar círculos virtuosos; el cambio de las coordenadas acerca de lo que somos
y cómo obtener la felicidad, implicó una modificación del individuo interior, desplazando
su visión del mundo por uno en el que sus vicios particulares controlen el
poder público.
El primer desplazamiento se
dio entonces en la dimensión política de la persona, por un sistema de
mercados, desplazando entonces el bien común por el bien privado y de partidos,
en una soberanía donde la política deja de ser una guía de servicio por una de
control de masas para el enriquecimiento de un pequeño grupo, donde el vicio es
el nuevo eje de la moral pública y privada.
Para mantener el control de
ese sistema entonces se infiltraron cual caballo de Troya las nuevas
concepciones de lo que es la felicidad, creando sociedades consumistas, pueblos
deseosos de opulencia, abandonando la estabilidad del ser interior, para ser
dominados por la inestabilidad de los deseos y los vicios.
Asimismo, entre los métodos
de control se incluyen el populismo, y el miedo a perder los “beneficios” de
programas asistenciales, así como de los nuevos productos y servicios de un
mercado que aparentemente cubren nuestras necesidades.
También se usa una mercadotecnia
de servicios, donde la persona se vende y vive por el mercado, no por sí misma
y en el mercado, ya que “colonizan” su interior con conceptos que exaltan su
ego.
Al trabajador, a los
ejecutivos y a los políticos se les dice que piensen y actúen como
triunfadores, y de esa manera intuyen que el fin es el medio, volcando la
jerarquía de sus intereses personales y de su entorno en la sociedad. Así es
como asimilan una política en la que los vicios privados aparentemente generan
beneficios públicos.
El hombre libre es
impredecible, y por eso los sistemas de gobierno usan los diversos medios de
control antes citados, silenciando la voz interior de la búsqueda de la verdad,
y al vulnerar así al yo interior, el individuo se desprovee de “anticuerpos” contra
la “infección” de su moral, analizó Alberto Asero.
Concluyó entonces que
mediante la filosofía, que es el amor a la verdad, se puede y debe cambiar las
formas de gobierno, donde el deber ser sea el poder ser, y se rescate la ética
en toda la sociedad.
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