Sábado,
28 de enero de 2017.- Circula en redes sociales una carta
dirigida al presidente de EE.UU., Donald Trump, presuntamente firmada por el
presidente de México, Enrique Peña Nieto.
La carta hace
referencia al muro fronterizo y la cancelación de la visita del presidente
mexicano a la Casa Blanca. Hasta este momento, la autenticidad de la carta
no ha sido confirmada por la Presidencia de la República.
A
continuación, el texto íntegro de la mencionada misiva:
Respetado presidente
Trump:
El objetivo de esta
misiva es notificarle que he decidido posponer mi viaje a la ciudad de
Washington, D.C. programado para la próxima semana.
He observado con
preocupación la secuencia de anuncios en los que usted firmó una de sus
primeras órdenes ejecutivas para ordenar la construcción del muro en la
frontera entre nuestros países.
Evidentemente, es una
facultad de la oficina que usted preside, y de su Congreso, destinar recursos
para la construcción de obra pública. Sin embargo, la insistencia de que el
costo de ésta será cubierta por recursos del pueblo de México es injusta, y una
ofensa inmerecida.
Le recuerdo que desde
2012, y por primera vez en 40 años, la migración neta de mexicanos a su país ha
sido negativa. Más mexicanos han salido que los que han ingresado. Por ende,
pensar que debe ser mi país quien absorba el costo de la barrera física que su
administración propone, sería no sólo indebido, sino arbitrario.
Sí, miles de migrantes
centroamericanos y de otras latitudes cruzan México con el objetivo de llegar a
los tres mil kilómetros de nuestra frontera norte. De hecho, en años recientes,
México ha llegado a deportar a más ciudadanos de Guatemala, El Salvador y
Honduras, que Estados Unidos. Este esfuerzo ha sido abrumador, pues impone
costos importantes a nuestras propias autoridades migratorias y policías
locales. Hemos sufrido una crisis de refugiados en nuestro propio territorio.
Dado que el único motivo por el que los migrantes en cuestión cruzan México es
para llegar a la frontera que compartimos, nos parecería justo que consideraran
reembolsarnos por los costos en que incurrimos.
La historia entre
nuestras naciones ha sido accidentada. Han pasado muchos años desde la guerra
entre nuestros países, a la cual Ulysees Grant, ilustre predecesor en la
oficina que desde hace unos días ocupa, se refirió como The Wicked War, la
“guerra malvada”. Es, por ello, a todas luces sobresaliente que nuestros
países, junto con Canadá, hayamos firmado un acuerdo comercial en 1993, que nos
ha llevado a integrar cadenas de suministro entre nuestras economías, gracias a
lo cual hemos ganado competitividad y mayor participación dentro del mercado
global como región.
Usted ha sido crítico
sobre nuestra relación comercial, a pesar de que 56 por ciento del déficit
comercial total de su país se debe al comercio con China, y sólo 8.0 por ciento
al que realiza con México. Cabe señalar que las exportaciones mexicanas tienen 40
por ciento de contenido estadounidense, mientras que las chinas cuentan con
sólo 4.0 por ciento. En el último trimestre del año pasado, fuimos el segundo
socio comercial de su país en el mundo, y somos el principal destino de
exportación de Texas, California y Arizona, y el segundo principal para otros
veinte estados.
Aun así, sería miope
reducir la vasta relación entre nuestras grandes naciones a lo comercial.
Compartimos grandes oportunidades, pero también retos y amenazas que provienen
de nuestra proximidad geográfica. Mi país enfrenta su peor crisis de seguridad
interna en la historia reciente. Más de 160 mil mexicanos han perdido la vida
como resultado de la guerra que enfrentamos para contener el avance de
organizaciones criminales que surgieron en nuestro territorio con el único
objetivo de satisfacer la demanda por drogas que originan consumidores
estadounidenses, y cuyo valor asciende a alrededor de una cuarta parte del
tamaño total de nuestra economía cada año. Para un país de ingreso medio como México,
no es fácil contener una actividad ilegal que se financia por demanda que
proviene del país más rico del mundo, y que es además armada por decenas de
miles de armerías estadounidenses dedicadas a proveerlos con armas de alto
poder y municiones que han asesinado a un número de mexicanos comparable al de
muertos en la guerra en Irak.
Le invito a que juntos
nos enfoquemos en las oportunidades que como región compartimos. La mejor
garantía para la seguridad estadounidense no proviene de un muro, sino de que
compartan su frontera con un pueblo próspero y estable; de que juntos
combatamos enemigos comunes; de que basados en cooperación estrecha evitemos
que nuestra frontera común sea cruzada por quienes sí quieren hacerle daño a
sus ciudadanos. Controlemos juntos el flujo de migrantes que no buscan violar y
delinquir, sino trabajar para sacar adelante a sus familias y garantizarles un
mejor futuro.
México ha sido, es y
será amigo incondicional del pueblo estadounidense, cuya historia y ética de
trabajo respetamos y admiramos. Pero, toda amistad requiere primordialmente de
comunicación y, sobre todo, de respeto. Prefiero posponer mi visita hasta un
momento en el cual su presidencia se haya asentado, los funcionarios en su
administración hayan sido ratificados, y estemos en condiciones de encontrar
solución a problemas que compartimos, preocupaciones que nos aquejan, y para
trabajar juntos en el prometedor futuro que merecemos.
Sepa usted que siempre
contará en mí a un amigo, pero recuerde siempre que represento a un pueblo
digno de respeto.
Enrique Peña Nieto.
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