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El áspero retrato del México de los desesperados

LIBERTAD, CIUDAD DE MÉXICO, 15-11-2016.-Fue en Huelva donde Lucía Carreras se encontró con el hombre al que considera un salvador, el productor español Rogelio Delgado (CADA Films). “Dar con él fue para mí un golpe de suerte. Yo buscaba financiación para mi película y, a pesar de que nos conocimos en plena crisis económica española, él decidió arriesgar por mí. Me dijo que le gustaba mi proyecto, que quería co-producir con México y que eso era lo que realmente importaba”, recuerda la directora.
De esa simbiosis nació la cinta mexicano-andaluza Tamara y la catarina, que compite estos días en la Sección Oficial del festival de cine iberoamericano celebrado en la ciudad española. En ella, Carreras narra la emotiva comunión de tres soledades en medio de la hostilidad de una urbe de monstruosas dimensiones, como es Ciudad de México.
Tamara, una mujer disminuida psíquica, vaga por las calles de la ciudad después de que su hermano y protector desaparezca sin ninguna explicación. Cuando se lleva a una bebé de un puesto de periódicos sin entender las consecuencias de sus actos, solo una de sus vecinas se percata de lo que está ocurriendo. A pesar de haber rebasado la edad de jubilación, Doña Merche sigue haciéndose cargo de un puesto callejero de comida y se ve obligada a sacar nuevas fuerzas para proteger a ambas.
La humanidad en medio de un clima de corrupción surge a cuentagotas en este drama en el que la capital mexicana actúa como personaje antagonista. No es casualidad que el trío que protagoniza el relato se componga sólo de mujeres. Tampoco que representen a la infancia, a los discapacitados y a la tercera edad, “tres sectores muy desprotegidos” en la sociedad en la que vive Lucía Carreras. “Es la historia del México de los parias, de gente segregada socialmente. El guión pone en primer plano de la historia de forma consciente a personas que viven en constante desventaja”, comenta la directora.
El techo de cristal de las cineastas mexicanas
Carreras ya había debutado tras la cámara con Nos vemos, papá (2011) pero, tras firmar uno de los guiones más celebrados del cine latinoamericano reciente, La jaula de oro (2013), vio cómo la industria le abrió las puertas para seguir avanzando como mujer directora. “Levantar una película, en especial si es independiente, es siempre complicado. La barrera realmente difícil de romper es la de lograr que te permitan rodar una primera película”, asegura la cineasta sobre el techo de cristal impuesto a las mujeres en la industria cinematográfica.
Además de Huelva, las salas de festivales como Toronto y Los Cabos han proyectado esta cinta, que se estrena en España el próximo 18 de noviembre. Para Carreras, otra de las salvadoras de este proyecto es la actriz que interpreta a Tamara, Ángeles Cruz. Con una trayectoria profesional que se ha construido bajo los focos del teatro, su transformación física fue clave a la hora de encarnar a una mujer con deficiencias psíquicas. Su disciplina, propia de una actriz curtida sobre las tablas, impresionó a la directora: “Debería ser una inmediata favorita a premios de interpretación”, dice con rotunda seguridad.

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