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Enclavado entre las montañas de las Sierras Madre Occidental y del Sur se
encuentra uno de los tesoros forestales más importantes del país por su riqueza
y vestigios
LIBERTAD,
MÉXICO, 31-10-2016.-Es precisamente esta
última característica la que coloca a este recinto forestal como uno de los
bosques “relictus” del mundo y en donde el tiempo parece haber dejado un
vestigio de la historia de la tierra durante los últimos 10 mil años.
El lugar cuenta con una
vegetación endémica que fue acumulándose a lo largo de las diferentes
glaciaciones y períodos interglaciares, relató el subdelegado de la Región 10
de la Secretaría del Medio Ambiente de Jalisco, Gerardo Lara Gómez.
Es por ello que a lo
largo y ancho de sus 150 hectáreas se pueden encontrar hasta 60 especies de
árboles y arbustos que han llevado a la autoridad a declarar el lugar como Área
Natural Protegida (ANP) con la categoría de Parque Estatal.
Durante el recorrido a
lo largo de un sendero de cerca de 800 metros, el especialista detalló que,
como parte de su declaración como ANP, el parque cuenta con un programa de
aprovechamiento conforme lo marca la Ley Estatal de Equilibrio Ecológico y la
Protección al Ambiente de Jalisco.
A grandes rasgos,
explicó Lara, dicho programa tiene seis componentes importantes de los cuales
el primero es el de conservación, seguido de los de manejo, restauración,
ciencia e investigación, cultural y de gestión forestal.
Todo ello responde a la
actual dinámica de aprovechamiento sustentable y que busca la generación de
riqueza a partir de los recursos forestales, garantizando su integridad y
biodiversidad, así como el bienestar de la población propietaria del lugar.
Quienes decida visitan
el lugar, pueden recorrer con cuidado el sendero, apreciando incluso insectos
espectaculares entre los que destacan pequeñas avispas negras, mariposas
transparentes y gusanos medidores, eso sin contar con el hecho de que en el
lugar habitan las especies endémicas de las montañas mexicanas.
Desde luego, a pesar de
ser uno de los bosques más ricos por su biodiversidad, su extensión de bosque
mesófilo no representa ni el uno por ciento de los bosques mesófilos del país.
Aun así, el aura mágica
que envuelve el lugar no deja de sorprender a los visitantes, quienes durante
el recorrido pueden oír, cual si fuera una ola, el sonido de los insectos que
pasa a lo largo del bosque anunciando la llegada de la neblina que se asoma por
entre las ramas de los gigantes más verdes del lugar.
A medio camino, el
sonido del agua anuncia la presencia de un arroyo natural, el cual fluye de
manera permanente a lo largo de todo el año, incluso en los momentos de menor
lluvia en los que se presenta con un caudal muy bajo pero que nunca se detiene.
Al subir uno de los dos
puentes de madera instalados como parte del sendero temático, Lara Gómez
explicó que este cauce de agua es de los pocos que continúan corriendo por el
lugar, gracias a la protección natural que le brindan las montañas y cuyas
paredes, en forma de cañada, mantienen un clima templado todo el año.
Para visitar el bosque,
solo basta llegar al pueblo mágico de Talpa de Allende, donde sus mismos
habitantes han comenzado a incursionar, bajo una política de sustentabilidad
responsable, a este y otros tantos lugares que enriquecen la región. Notimex México
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