LIBERTAD, Palo Alto, California, 18 de Agosto del 2016.- El
científico mexicano Héctor García Molina, de 62 años, suma casi cuatro décadas
de un trabajo diario de investigación en universidades de Estados Unidos,
enfocado en la computación digital y las tecnologías de la
información.
Entre sus aportes
destacan áreas clave como la integración de datos, y el desarrollo de las
tecnologías del internet, incluyendo el primer sistema para detectar correo no
deseado o "spam".
Su trabajo como
investigador y docente ha ayudado al adelanto de la informática y en especial
de las tecnologías de base de datos.
El profesor de Ciencias
Computacionales en la Universidad de Stanford, originario de Monterrey, Nuevo León,
goza de reconocimiento mundial por sus aportes para el desarrollo del motor de
búsqueda de Google.
García Molina está
avivando revolucionarias innovaciones en el área de la "ciencia
de datos" que pueden conducir a nuevos conocimientos en múltiples espacios
de la industria y la ciencia.
"La ciencia de datos es una de las tendencias".
El uso de las nuevas tecnologías
está permitiendo recabar más datos que nunca a través de sensores, teléfonos
inteligentes, redes sociales, blogs, dispositivos médicos y aditamentos ligados
al internet, expone.
"Cada vez que uno
hace 'click' se está registrando y entonces hay una cantidad enorme de
información muy valiosa y hay mucho interés ahora en analizar esa información y
aprender de ella, sacar conocimientos basados en los datos; se está usando
mucho eso en todos los campos".
También realiza investigación
en el uso de las computadoras en un área conocida como
"crowdsourcing", un término usado para definir el proceso de
obtención de los servicios, ideas o contenidos mediante la solicitud de
contribuciones de un gran grupo de personas.
La computadora, explica, "trabaja con seres humanos para resolver problemas que son muy difíciles para la computadora por si sola solucionar".
La computadora, explica, "trabaja con seres humanos para resolver problemas que son muy difíciles para la computadora por si sola solucionar".
Ejemplifica con la
tarea de "si tiene un trabajo que hacer lo divide y le pide a diferentes
gentes que resuelvan pedazos de ese problema y la computadora los une y quizás
pida más tareas".
"Compartir la
inteligencia. Inteligencia natural e inteligencia artificial al mismo
tiempo", expuso.
Con ello se persigue ayudar a las computadoras a identificar objetos y clasificarlos. Las computadoras cada vez son mejores para hacer eso, pero todavía para una persona es mucho más fácil hacerlo, afirma García Molina.
Con ello se persigue ayudar a las computadoras a identificar objetos y clasificarlos. Las computadoras cada vez son mejores para hacer eso, pero todavía para una persona es mucho más fácil hacerlo, afirma García Molina.
"Por ejemplo, si
se le muestran a una computadora dos fotografías mías, la computadora batalla
para determinar en caso de que sean fotos mías pero en diferentes edades, o
vestido diferente, o con pelo corto o pelo largo".
Es cierto, admite,
"la computadora puede batallar para identificarme y las personas son
mejores en esto".
"Quizás en 20 años
más las computadoras van a poder hacer esto, pero siempre va a haber tareas que
los humanos van a hacer mejor, sobre todo cosas que necesitan criterio,
evaluación", señala.
"Una computadora
nunca va a saber qué está de moda, qué canciones le gustan a la gente.. para
ese tipo de evaluaciones, uno tiene que ir a preguntarle a la gente",
concede.
"No me falta fe en la inteligencia artificial", aclara, "pero también entiendo las limitaciones de la inteligencia artificial y todavía le falta mucho que mejorar".
"No me falta fe en la inteligencia artificial", aclara, "pero también entiendo las limitaciones de la inteligencia artificial y todavía le falta mucho que mejorar".
Insiste en que en este
campo esto "es bueno para los investigadores en ciencias computacionales
porque todavía hay mucho trabajo por delante".
García Molina, que
egresó en 1974 como ingeniero en electrónica del Instituto Tecnológico de
Estudios Superiores de Monterrey, hizo luego una maestría y un doctorado en
Ciencias Computacionales en la Universidad de Stanford y ha dedicado 37 años a
la academia y la investigación.
"Siempre me ha
gustado la academia, desde que probé ser profesor", dice. "Me da
mucha libertad e independencia de hacer lo que le interesa a uno, siempre
conoce uno gente muy interesante y estoy haciendo cosas nuevas, no tengo que
pedirle permiso a nadie".
"El trabajo que tenemos es conseguir los recursos, la mitad del trabajo es conseguir los recursos, hacer las propuestas a gobiernos y compañías para que nos patrocinen la investigación", indica.
"El trabajo que tenemos es conseguir los recursos, la mitad del trabajo es conseguir los recursos, hacer las propuestas a gobiernos y compañías para que nos patrocinen la investigación", indica.
Su preferencia por la
academia lo ha llevado a rechazar lucrativas oportunidades en la iniciativa
privada al haber sido testigo y participado en el nacimiento de varias de las más
exitosas empresas de Silicon Valley.
"No me ha
interesado irme de tiempo completo, pero he estado involucrado de diferentes
formas en compañías, como asesor o miembro de su concejo directivo, pero me
gusta tener la independencia y estar aquí", señala.
El gusto por la
academia lo heredó quizás de su padre, el ingeniero químico Fernando García
Roel, rector del Instituto Tecnológico de Monterrey de 1960 a 1984.
"Me gusta
investigar y educar a mis alumnos y es muy satisfactorio, cuando voy a
diferentes compañías de visita a ver a todos mis ex alumnos que han tenido
mucho éxito", dice García Molina. "Espero que yo haya contribuido un
poco".
Sus alumnos provienen
de todas partes del mundo, pero como mexicano, García Molina lamenta que no
existan muchos coterráneos cursando maestrías y doctorados en áreas de
ingeniería y ciencias.
"Creo yo que esto
se da porque no hay la cultura en México de hacer un post doctorado en una área
técnica. A los estudiantes en México, les interesa hacer una maestría en negocios
y si no es negocios prefieren ponerse a trabajar en una compañía",
sostiene.
"No hay la tradición de irse a hacer un posgrado en una ingeniería y ciencias y en otros países si existe esa tradición, en países como Grecia, Alemania o China", indica.
Esos estudiantes tienen "mucho interés y entonces los mejores estudiantes de una
"No hay la tradición de irse a hacer un posgrado en una ingeniería y ciencias y en otros países si existe esa tradición, en países como Grecia, Alemania o China", indica.
Esos estudiantes tienen "mucho interés y entonces los mejores estudiantes de una
generación en una
carrera deciden quedarse en la universidad y solicitar a universidades en
Estados Unidos o en Europa y en México no hay esa tradición".
"Y no es porque en
México haya falta de talento, yo creo que la distribución de inteligencia es
uniforme por país, según lo que yo he observado, lo que pasa es que la gente
muy capaz muy inteligente en México hace otras cosas", dice.
Los mexicanos en
Stanford, "no tienen problemas, llegan bien preparados". Actualmente,
solo un mexicano, Lázaro Clapp, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de
México, cursa su doctorado en el Departamento de Ciencias de la Computación de
esa universidad, dice.
También, afirma,
"es difícil para un mexicano regresar a México y seguir haciendo
investigación, aunque se puede hacer y las universidades en México cada vez
están mejor preparadas para recibir alumnos que han obtenido un
doctorado".
"Sé que hay muy
buenos investigadores en México... hay muy pocos pero hay muy buenos
investigadores, lo que hace falta es tener más", apunta.
García Molina dice que
visita México cada vez que tiene oportunidad, para participar en conferencias y
ofrecer charlas, aunque no se ha involucrado con ningún tipo de investigación
en México.
El profesor comparte su
pasión por las ciencias computacionales con su afición a la fotografía,
especialmente las fotos de eventos deportivos, donde se pueda captar la acción
de las diferentes disciplinas.
Cuando habla acerca de
su afición a la fotografía, García Molina se entusiasma al tiempo que muestra
en el monitor de su computadora, algunas de las imágenes tomadas en los eventos
deportivos en los que participan los diversos equipos de la Universidad.
El científico mexicano está
acreditado como uno de los fotógrafos oficiales de Stanford Athletics, el
departamento de deportes de la Universidad de Stanford, lo que le permite
asistir a los múltiples encuentros deportivos que se efectúan en el campus.
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