* Se dispararon los costos para cruzar a las personas
ilegalmente a Estados Unidos
* En la década de los 90, "el brinco"
costaba 75 dólares, ahora cuesta 13 mil dólares
LIBERTAD,
TIJUANA, 04/05/2016 .- Los costos para cruzar
ilegalmente a los Estados Unidos se han multiplicado drásticamente y la actividad
de los "polleros" se encuentra "en crisis", señaló Víctor
Clark Alfaro.
En la década de los 90, "el brinco" costaba 75 dólares, después pasó de cientos a más de mil dólares la ruta por el cerro, y hoy desierto o montaña cuesta entre 6 mil y 7 mil dólares, pero pasar por la garita tiene un precio promedio 13 mil dólares, detalló.
"Que paguen 13 mil es todavía difícil, sí cruzan, pero son pocos, sí es mucho dinero", resaltó el también académico.
Además, dijo, las personas dispuestas a pagar esas cantidades son quienes quieren a sus familiares de vuelta en los Estados Unidos.
Parte de la falta de trabajo, agregó, se debe también a la reducción de las deportaciones por esta ciudad que hoy rondan las 100 por día.
"Hasta ahorita los coyotes no son una especie en extinción, ni tampoco en riesgo, pero sí un número importante de ellos está desempleado", anotó.
Y a pesar de que son menos las personas deportadas, señaló, el problema de los abusos de parte de policías no está resuelto, porque el fondo es la falta de empleo.
"Siguen siendo señalados y estigmatizados de los problemas menores de delincuencia de la ciudad", apuntó Clark Alfaro.
Los "coyotes" que llama de la primera y segunda generación, mencionó, son aquellos que cumplen con el compromiso de entregar a la persona del otro lado de la frontera, y hasta entonces cobran.
"Con un pollero
experimentado los cruces son en un 90% exitosos, es gente muy hábil para
cruzar", asentó.
Al mismo tiempo, continuó, están los "polleros" más jóvenes que tienen contacto con criminales que roban y extorsionan a los migrantes, además de cobrar por adelantado.
Pero el porcentaje de unos y otros en la Zona Norte, donde buscan a los aspirantes a indocumentados, respondió, es incierta.
"Yo toda la vida les he preguntado cómo cuántos serán y ellos me dicen siempre lo mismo: Somos un chingo", contó.
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