* También las mujeres que llegan a la garita
internacional de San Ysidro con sus tres hijos, ante el miedo infundido por los
criminales
* A Cristina el crimen le exigía una cuota porque
había iniciado un negocio
LIBERTAD, TIJUANA, MAYO-27-2016.-En la espera de asilo político, también hay
salvadoreños y mexicanos que están huyendo de sus pueblos por la constante
violencia que imponen los cárteles de la droga.
Cristina
"N" es una de las mujeres que llegó a la garita internacional de San
Ysidro con sus tres hijos, ante el miedo infundido por los criminales.
"Hace un mes fueron a mi casa y me amenazaron pidiendo una cuota porque había iniciado un negocio, me pedían el dinero para el siguiente día y yo no lo tenía, por eso, al decirme eso, agarré a mis hijos y me vine porque primero están ellos", dijo la mujer, mientras dos de sus hijas dormían en el piso.
"Hace un mes fueron a mi casa y me amenazaron pidiendo una cuota porque había iniciado un negocio, me pedían el dinero para el siguiente día y yo no lo tenía, por eso, al decirme eso, agarré a mis hijos y me vine porque primero están ellos", dijo la mujer, mientras dos de sus hijas dormían en el piso.
La mujer de unos 40
años de edad compartió que ayer por la noche enfrentaron lo que nunca: dormir
en el piso y tapados con una cobija, mientras esperaban respuesta de las
autoridades norteamericanas sobre el asilo político.
"Nosotros llegamos este mes y fui a una casa hogar para mujeres, mi prima me dijo que pidiera asilo político, por eso me arriesgue a venirme", agregó la mujer.
La mujer y sus tres pequeños no pierden la esperanza que el Gobierno de Estados Unidos les facilite el ingreso al país.
"Nosotros llegamos este mes y fui a una casa hogar para mujeres, mi prima me dijo que pidiera asilo político, por eso me arriesgue a venirme", agregó la mujer.
La mujer y sus tres pequeños no pierden la esperanza que el Gobierno de Estados Unidos les facilite el ingreso al país.
"Para mí lo más
importante son mis hijos, por eso, después de la amenaza, no lo pensé dos
veces, así que agarré mis hijos y me vine", expresó la mujer con rostro de
preocupación.
Ángela, de ocho años,
su hija, comía unas galletas como parte de los alimentos para mitigar el
hambre. Esta familia, al igual que el resto de las personas, afirmaron que solo
buscan vivir en un lugar seguro.
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