Libertad,
04 de Abril del 2016.- Finlandia es uno de los países más avanzados de
Europa. Cuenta con un salario medio
elevado,
que en 2014 superaba los 3.500 euros al mes, sus servicios sanitarios son
notables con una gran calidad de los hospitales y se persigue con ahínco
la igualdad entre sexos.
Pero si hay algo que hace única a la sociedad
finlandesa es su sistema educativo, que convierte a sus escuelas en un
modelo a imitar, no solo en Europa sino también en el mundo entero.
No es sorprendente que año tras año el país
aparezca destacado entre los que más leen en el mundo. Y es que un país en el
que apenas hay cinco millones de habitantes el sistema de bibliotecas alcanzaba las 948
en el año 2014.
Muestra de que la buena educación empieza muy pronto.
La formación académica en Finlandia no
comienza hasta los 7 años, hasta entonces los niños aprenden, juegan
y se divierten en guarderías con canciones, juegos y conversaciones,
pero sin ningún tipo de presión ni exigencia. Acuden regularmente andando o en
bicicleta y las clases acaban antes de que se pasen las horas de sol. El
objetivo es desarrollar sus capacidades, permitiéndoles ese espacio necesario
para que desarrollen su talento.
El recreo tiene una enorme importancia;
a diferencia de otros países en los que es una actividad que se puede acortar o
alargar en función de los intereses de los maestros, en el país nórdico es
obligatoria una pausa de 15 minutos por cada hora para que los niños puedan
disfrutar del aire libre, de la naturaleza y de los juegos. Estos pilares
también están considerados motores de aprendizaje.
El interior de una clase es un lugar
confortable, en el que mandan los profesores, pero alejados de férreos
programas educativos o de la presión por las notas para los alumnos. Las
evaluaciones son diarias y se basan en la observación directa, creándose
un clima de complicidad entre alumnos y profesores en el que lo más importante
es que el estudiante progrese sintiendo el apoyo de los maestros. Muy
respetados socialmente, los profesores para poder educar necesitan un
título en educación acompañado de una especialización en práctica e
investigación del aula.
La receta para el éxito parece sencilla:
escuelas cualificadas gracias a profesores muy preparados que educan
individualmente en clases con no demasiados alumnos y con un programa de
estudios en el que la prioridad es el aprendizaje, el contacto con la
naturaleza y las pruebas didácticas.
Así a priori no parece muy complicado de
instaurar, sin embargo hasta el momento Finlandia sigue siendo la envidia de
muchos que no han sido capaces de arriesgarse a pensar que ante todo los niños
son niños y que probablemente la mejor forma de hacerles aprender sea despertando
sus inquietudes e intereses y no obligándoles a un programa
cerrado que ya se ha mostrado ineficaz tal y como muestran los informes Pisa.
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