Libertad, México, Abril 26 del 2016.- La humanidad no está perdiendo
la batalla contra los virus. En realidad se trata de un juego de números, pues
esos microorganismos nunca matan a toda la población; siempre hay una parte
resistente y otra más susceptible, pero nunca es al ciento por ciento, afirmó
Rolf Martin Zinkernagel, ganador del Premio Nobel en Fisiología o Medicina
1996, en la Facultad de Química (FQ) de la UNAM.
En torno a la enfermedad por el virus del Zika señaló que todavía se
sabe muy poco. Se ha visto que afecta algunas células del cerebro, "pero
aprenderemos con el tiempo cómo controlar el padecimiento".
Con la conferencia magistral Understanding Immunity, el descubridor de
la forma en que el sistema inmunológico distingue las células infectadas de las
sanas (hallazgo por el cual recibió el prestigiado galardón), se unió a los
festejos por el centenario de esta Facultad.
Respecto al sida, expuso que lo más importante que se ha hecho es el desarrollo de antivirales y fomentar la prevención. En específico, sus estudios han contribuido a entender los mecanismos de la respuesta inmune para la defensa contra el virus.
Respecto al sida, expuso que lo más importante que se ha hecho es el desarrollo de antivirales y fomentar la prevención. En específico, sus estudios han contribuido a entender los mecanismos de la respuesta inmune para la defensa contra el virus.
Entrevistado sobre los retos de la inmunología, dijo que el mismo
planteamiento se hizo en la década de 1970. De repente, junto con el
investigador australiano Peter C. Doherty, descubrió la especificidad:
identificaron cómo es que las células T reconocen a las células infectadas, y
esto abrió la posibilidad de la sorpresa, "a la cual siempre estamos
expuestos en la ciencia".
Cuando se diseña un experimento y se tiene una idea de lo que se
obtendrá, y ése es el resultado, es aburrido. Pero la sorpresa de encontrar
algo que no se esperaba es lo que hace las cosas muy interesantes, opinó.
El investigador -ya retirado, y uno de cuyos últimos trabajos consistió
en mostrar si la protección en vacunación dependía más de inmunizar varias
veces, o pocas a través de unidades organizadas y repetitivas- consideró que
para ser galardonado con el Premio Nobel se necesita, en primer lugar, trabajo
duro; en segundo, trabajo aún más duro, y en tercero, un poco de suerte.
Se requiere mirar a la naturaleza, hacer experimentos y volver a
observar, además de una inteligencia razonable, dinero para realizar las
investigaciones y un ambiente adecuado de trabajo. En su caso, la familia
también fue muy importante.
Zinkernagel comentó que aunque no la conoce a profundidad, la UNAM es
reconocida a escala internacional en muchas áreas. "Por su prestigio,
seguramente tiene muchos aspectos importantes". Además, exhortó a los
estudiantes a que "trabajen duro, trabajen duro, y no crean en
dogmas".
Al presentar al científico, el director de la FQ, Jorge Vázquez Ramos,
dijo que este año se cumple el primer centenario de la entidad, y "hay que
celebrarlo como se merece, con las mejores visitas y vidas académicas que se
puedan lograr", y con la participación de la comunidad y, en especial, de
los estudiantes.
Recordó que Zinkernagel (Basilea, Suiza, 1944) estudió medicina en la
universidad de su ciudad natal. Al concluir la carrera tomó un curso de
medicina tropical en la misma institución y otro de medicina experimental en la
Universidad de Zúrich. Trabajó en hospitales, laboratorios e institutos de
diferentes casas de estudio de su país.
En 1973 comenzó en Australia -en la Escuela de Investigación Médica John
Curtin, de Canberra- los primeros trabajos de su especialización, junto con
Peter C. Doherty. Esta labor se refiere a la capacidad de defensa del sistema
inmunitario.
Tres años después se trasladó a Estados Unidos, donde se desempeñó como
asistente y después como profesor en el Departamento de Inmunopatología del
Instituto de Investigaciones de la Clínica Scripps, en La Jolla, California.
En 1979 regresó a Suiza, donde se incorporó como profesor asociado al
Departamento de Patología del Hospital Universitario de Zúrich, donde cuatro
años más tarde fue nombrado director del Departamento de Inmunología
Experimental.
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