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El país oriental, nación invitada al congreso sobre bienestar que organiza la
Cadena Ser, La Vida Buena. Estas son las claves de su longevidad
Libertad,
Diciembre del 2015.-En Japón viven las mujeres más longevas del
mundo, concretamente en la Isla de Okinawa. La tasa de obesidad en el país es
solo del 5%, frente al 33% en Estados Unidos o el 26% en España, con datos de CIA World Factbook. El país del punto rojo tiene una de las
menores tasas de enfermedades cardiovasculares. De hecho, la esperanza de vida
media nipona es la segunda más alta del mundo, con 91,8 años y solo después del
Principado de Mónaco.
¿A qué se debe este
prodigio? El comité científico de Life Length,
empresa española que comercializa la tecnología para la medición de telómeros
(extremos de los cromosomas) nacida al amparo del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas(CNIO), estima que la longevidad de un individuo depende en un
tercio de su genética, y en dos tercios de sus hábitos. Así las cosas, toca
investigar en las costumbres de los sosegados japoneses. El informe Blue
Zones, de National
Geographic Society, afirma que estas son las lecciones aprendidas
tras su visita a la isla de Okinawa, una zona que condensa el núcleo del bienestar
nipón.
Confían en una dieta
vegetariana. “Las
personas mayores se han nutrido de plantas durante toda su vida. Su almuerzo se
compone de verduras salteadas, con patatas dulces y tofu: alto en nutrientes,
bajo en calorías. La carne se reserva para ocasiones especiales”, reza el
estudio. Además, la mayoría de sus platos incluyen soja, a cuyo grano se
asocian beneficios contra el colesterol, como ha publicado el American
Journal of Clinical Nutrition, o
por la prevención del cáncer de mama. De esto último no hay evidencia
científica, pero la Asociación Española Contra el Cáncer asevera que en los
países orientales la incidencia de la enfermedad es mucho menor.
Gozan de su jardín. “La mayoría de los
centenarios de Okinawa cultivan algo en un jardín, lo que les obliga a la
actividad física diaria”, cuenta la investigación de la organización
internacional sobre educación y ciencia.
Cuidan la comunidad. “Este apoyo
financiero y emocional”, proclama el informe de National Geographic Society,
“reduce la ansiedad de sus integrantes”. Según la OMS, el estrés es una de las principales amenazas a la salud
en el siglo XXI. Rituales como la ceremonia del té forman parte de esta cultura
grupal.
Pasan mucho tiempo al
aire libre
De este modo,
potencian la absorción de vitamina D, que ayuda al cuerpo a la asimilación de
un mineral esencial como el calcio. Su deficiencia es uno de los factores de
riesgo de la osteoporosis.
Permanecen activos. Jardinería y paseos
son las principales actividades que achacan a la comunidad tradicional japonesa
desde National Geographic Society. “Además, tienen pocos muebles: se relajan y
comen en tatamis”, prosigue su informe. Esta estera tradicional, según el
fisioterapeuta Luis P. García Coronado, obliga, al carecer de respaldo, a
sentarse con la columna erguida y el abdomen tenso, evitando posturas
perjudiciales. Los dolores tardan, pues, mucho más en aparecer.
Como afirma Alfredo
Tucci, experto en la cultura y tradición japonesa y editor de la revista de
artes marciales Cinturón negro, los hábitos en Japón son
multidireccionales. Ni todos los nipones son vegetarianos (muchos comen
pescado) ni la calma impera en cada uno de sus rincones (como ejemplo, el
alocado Tokio). Sin embargo, el especialista sí encuentra un denominador común
que conduce al bienestar: la filosofía de la perfección. “Los japoneses son los
mejores en coger lo que funciona y llevarlo a su esplendor, desde la tecnología
a la tradición. De hecho, allí conservan un culto a la artesanía o a la cultura
del samurái, que es como si en España aún hubiera caballeros andantes o se
fabricarán armaduras: algo impensable”. En opinión de Tucci, el aislamiento de
las islas ha convertido a sus moradores en férreos defensores de la vida buena,
pues la modernidad arrolladora siempre les pasó de refilón. Por eso, aunque las
cosas hoy estén cambiando, en las maravillosas montañas que salpican su
geografía, hay ancianos que sobreviven al tiempo (es el segundo país del mundo
con más centenarios: 40.000 registrados) mientras montan sus arreglos florales
o leen haikus en susminkas de
bambú (casa rural japonesa).
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