Libertad, Noviembre 2015.-Mojar las sábanas ha sido una preocupación
recurrente para padres y madres tan importante que buscar una solución no puede
depender de los "consejos" de Internet. Se trata de un problema
médico que ha sido investigado por especialistas y recibe el nombre de
enuresis. Teniendo en cuenta el alto porcentaje de niños que lo padece, resulta
sorprendente que los últimos avances médicos no sean más accesibles.
Precisamente, con la intención de romper
tabúes y mostrar la sencillez de su diagnóstico y tratamiento, el doctor Ruiz
de la Roja, a partir de su amplia experiencia como especialista
en urología, y Yolanda Zaragoza González,
han escrito el libro ¿Qué hacer para que mi hijo no se haga pis en la cama?
(Saludable) en el que los pacientes cuentan con sus propios testimonios lo
que ha supuesto este obstáculo en sus vidas y cómo han conseguido superarlo.
En este extracto del mismo se ofrecen una
serie de respuestas que explican las causas por los niños se
despiertan mojados cada mañana, las consecuencias físicas y psicológicas que
puede tener para él y lo más importante: cómo ayudarlo.
Consejos
prácticos para evitar la enuresis
Para saber exactamente cuáles son las
recomendaciones más aconsejables que deben seguir todos los pacientes que
padecen enuresis, es imprescindible conocer previamente cómo madura la vejiga a
lo largo de los años y cómo se puede modificar la producción de orina en estos
niños.
Lo que ha quedado claro a lo largo del
presente libro es que los que sufren el pipí nocturno no
lo hacen porque quieren; así que lo primero que debemos evitar
son los castigos, algo que se ha venido sucediendo a lo largo de los tiempos,
incluso en la historia más reciente.
Yo he asistido en la consulta a niños que
incluso tenían la obligación de lavar las sábanas los días que amanecían mojados, o
aquellos a los que se les imponía como castigo el tener que hacerse la cama
durante esos días, y no como medida para responsabilizarse de las tareas del
hogar, sino como una forma de represión. Con este tipo de actitudes lo único que
se consigue es dañar psicológicamente al menor, además de torpedear su
autoestima.
Recuerdo que me contaron el caso de una madre
que atemorizaba a su hijo diciéndole que si seguía orinándose le iba a colocar
unas planchas encima del colchón para proporcionarle una descarga eléctrica
cada vez que se hiciera pis. Como es comprensible, esas amenazas lo único que
hacen es incrementar el grado de ansiedad de estos muchachos, algo que agrava el
problema de la enuresis. Lo que se debe hacer es todo lo contrario, y tener
unas palabras de ánimo y apoyo a pesar de que el niño moje las sábanas, así
como gratificar de alguna forma cuando él mismo amanezca seco.
Como hemos visto previamente, estos chavales
suelen tener una mayor producción de orina por la noche, por lo que una de las
primeras medidas que debemos adoptar es restringir el líquido por lo menos tres horas antes de que
se vayan a la cama. Eso sí, durante el resto del día pueden beber el líquido
que ellos precisen sin ningún problema. También habrá que tener en cuenta que
los alimentos consumidos durante la cena no tengan un alto contenido en agua;
es decir, se deben evitar platos como son un consomé o una sopa, y también
frutas, como, por ejemplo, la sandía.
Es importante que estos jóvenes vacíen
regularmente su vejiga, y para ello lo más recomendable es que
lo hagan aproximadamente cada tres horas. Con ello conseguiremos que la vejiga
se vaya adaptando a lo que se considera una micción normal y poder llegar a
tener un control absoluto de la orina por la noche.
Sería también deseable que a los niños a los
cuales dispensamos un tratamiento
médico les
retiremos de inmediato el pañal nocturno pues, de otra forma, existe riesgo de
perpetuar el problema en el tiempo.
Así, también es aconsejable, que el propio
muchacho elabore un calendario en el que vaya anotando, día a día, las mañanas
que amanece seco y las que se despierta mojado, con el fin de ver
los progresos adquiridos con
el tratamiento instaurado. A la vez se puede premiar cuando se consiga el
objetivo deseado durante varias noches seguidas.
Un
problema que viene de lejos
Hace años era habitual emplear una forma de
recriminar el pis nocturno, que consistía en tender las sábanas mojadas en un
lugar visible para que el viandante las observara. Con esa actitud se intentaba
ridiculizar al joven que
se orinaba encima. Y si nos remontamos unos siglos atrás, veremos que aún eran
más despiadados con estos niños, ya que la forma de atemorizarlos a veces
pasaba por obligarles a que apretaran entre sus manos un ratón vivo, o que se
aproximaran a la cama de un moribundo que estuviera a punto de fallecer para
que sintieran miedo de verdad.
A los dos o tres años es cuando los niños
aprenden a vaciar la vejiga; por eso es importante que a esa edad sepan que el
chorro de la orina debe ser continuo y que nunca deben cortarlo, algo que por
desgracia desconocen muchos padres, ya que existe una creencia popular que
afirma todo lo contrario.
Es determinante suprimir las bebidas, así
como reducir la sal a la hora de la cena. Evitar el consumo de chocolate y de
bebidas que contengan gas a lo largo de la tarde también son medidas que
reducirán las posibilidades de que el niño moje la cama.
De hecho, si uno revisa libros de medicina de
los siglos XVIII y XIX, se
puede comprobar que ya se hacían recomendaciones culinarias para estos
chavales, que pasaban no solo por reducir la sal de la dieta sino también por
evitar los alimentos agrios o ácidos porque podían ser irritantes para la
vejiga. También se insistía en que había que reducir el consumo de té y moderar
la ingesta de carne, aunque esto último no tiene una explicación lógica en la
actualidad.
Otra cosa a tener en cuenta es que si
comenzamos un tratamiento prescrito por un médico, no es necesario que
despertemos al niño varias veces en la noche para que vaya al cuarto de baño,
ya que terminará mojando las sábanas igualmente. Además, tanto el niño como los
padres verán muy mermado su descanso.
Hace años se pensaba que dormir
tumbado boca
arriba facilitaba la enuresis. Para evitarlo, fijaban a la espalda del menor
una tablilla de madera que tenía adherida una punta metálica, y si el sujeto
intentaba adoptar la posición supina se terminaba clavando el objeto. En otras
ocasiones se realizaban auténticas barbaridades como era aplicar un torniquete
alrededor del pene, para evitar el escape de orina, aunque con ello lo único
que conseguían era que el miembro se
gangrenase por
falta de riego sanguíneo. Actualmente se es mucho más condescendiente con estos
niños, y lo único que hay que hacer es seguir algunas pautas básicas como, por
ejemplo, acostarles regularmente a la misma hora y siempre después de que hayan
vaciado totalmente la vejiga.
Otra medida fundamental es evitar el
estreñimiento, lo que quiere decir que el muchacho tiene que realizar más de
tres deposiciones a la semana. De lo contrario, se puede producir una alteración
en los músculos de la pelvis que
colaboraría a que la vejiga no se vacíe adecuadamente después de cada micción.
Además, el estreñimiento puede favorecer que el niño tenga una sensación
urgente de ganas de orinar, e incluso a veces se puede asociar con un escape de
orina a lo largo del día. Por ello, una alimentación rica en fibra a través de
frutas y verduras, realizar una actividad física diaria o beber líquido a lo
largo del día es muy recomendable.
Cuando veamos que el niño tiene una sensación
imperiosa de orinar y no haya un estreñimiento de fondo,
podemos suponer que la vejiga tiene signos de ser todavía inmadura. Ahora bien,
hay que tener en cuenta que en los adultos esa sensación de necesidad urgente
de orinar se suele presentar en distintas situaciones, como cuando oímos el
ruido de un grifo abierto, al entrar a la ducha o incluso ante un día frío y
lluvioso.
Hay solución
A lo largo de los siglos, como no se sabía la
forma de corregir el problema que suponía el pis nocturno, se recurría incluso
a los rezos, con el fin de
implorar a los santos para que aquello desapareciese. Este es el caso de
Alemania, donde se realizaban plegarias a San Vito cuando un niño se orinaba en
la cama o padecía de estreñimiento. En Rumanía las oraciones se dirigían a
Santa Catalina. Lo cierto es que el chaval dejaba de hacerse pipí cuando
maduraba su vejiga y no cuando el santo quería.
En ocasiones se les trataba a estos niños con
una gran crueldad, obligándoles incluso a beber su propia orina,
y tampoco era infrecuente hacerles dormir a la intemperie, ridiculizarles delante
de los amigos e incluso rodearles al cuello el pijama mojado, con el fin de
intentar darles un escarmiento.
Es fundamental que los padres sean discretos
a la hora de contar el problema de su hijo. De lo contrario, el tema puede
servir de burla o escarnio, pues los niños a estas edades suelen ser muy
crueles y siempre se ceban con el más débil. Lo más recomendable es sincerarse
solo con aquellas personas que nos puedan prestar algún tipo de ayuda. Aunque
es un tema del que no se habla con frecuencia, es determinante que los chavales
que se hacen pis en la cama sepan que no son los únicos, ya que son
demasiados los
que sufren el mismo problema. Eso les supondrá darse cuenta de que no son
bichos raros y que orinarse en la cama es más común de lo que piensan. Por otro
lado, es bueno que todos estos muchachos, así como sus padres, sepan que
existen tratamientos efectivos para solucionar la enuresis, para que de esta
forma no se tenga que perpetuar el problema, y el trauma que supone, hasta
edades avanzadas.
Recuerdo que un paciente me contó que se
orinó hasta los dieciocho años.
Era de un pueblo de Córdoba, y allí la costumbre era poner una piel de cordero
seca (azalea) debajo de las sábanas, para que la humedad no traspasara al
colchón.
Actualmente este tipo de medidas ya no tienen
sentido puesto que hay otras formas de paliar la enuresis. Por eso a estos
niños siempre les tenemos que mostrar con plena seguridad que su pipí nocturno
se terminará corrigiendo.
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