Libertad, Octubre 2015.-Echar una cabezadita a mediodía o después de comer es cardiosaludable,
pero ¡cuidado! La siesta puede ser perjudicial si se entra en la fase de sueño
profundo.
Seguro que estamos de acuerdo en que dormir es un placer de lo más
saludable, pero es importante tener en cuenta que hacerlo a menudo, a
deshora y en exceso puede ‘acelerar’ el proceso de envejecimiento, generar
patologías y hasta provocar la muerte prematura.
No te sorprendas tanto. Está demostrado, los efectos positivos de la
siesta desaparecen cuando sobrepasa los 40 minutos.
Este sería el umbral de seguridad, según los expertos. A partir de ahí
nos volvemos más propensos a padecer presión arterial alta, niveles altos de
colesterol en la sangre y podría incrementar el riesgo de desarrollar
diabetes mellitus, en comparación con las personas que no tienen ese
hábito.
Es lo que asegura una nueva investigación, liderada por el doctor
Tomohide Yamada, de la Universidad de Tokio, en Japón, y presentada en la
reunión anual de 2015 de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes
(EASD, por sus siglas en inglés), que demuestra que la somnolencia diurna
excesiva está asociada con un mayor riesgo de diabetes tipo 2.
En concreto, las siestas largas pueden aumentar el riesgo de sufrir
diabetes en un 56 por ciento.
Si te estás preguntando qué entendemos por una siesta larga, es
aquella que dura tanto que nos hace entrar en un sueño profundo. Y esto
suele suceder cuando ‘sesteamos’ más de una hora al día.
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