GANAR-GANAR-GANAR
El
nombramiento de Manlio como Presidente del PRI (porque nadie duda que Peña
Nieto ejerció ese tradicional derecho priista) muestra la clara intención del
Primer Mandatario de preparar el terreno para la segunda parte de su mandato y
al mismo tiempo “emparejar el terreno” para el 2018.
Con este nombramiento el Presidente Peña
envía un mensaje claro a su círculo cercano y a todos los priistas, muchos de
ellos en desacuerdo con la conducción de varios asuntos del país tanto por
parte del Presidente como de sus colaboradores: en política no más improvisaciones.
Manlio entra al juego de la sucesión y como puntero indiscutible.
El Presidente gana al nombrar al político
priista mejor preparado y mejor aceptado por los propios priistas, para tomar
las riendas del PRI e iniciar, con el gran oficio político del Sonorense, el
reposicionamiento del otrora invencible en el juego político nacional con miras
al 2016 y 2018.
Gana el PRI al tener como su Presidente de
partido a un personaje que unifica prácticamente todas las corrientes y
sectores del PRI y pone muy pero muy nerviosos y preocupados a los otros
partidos políticos que reconocen en Manlio al mejor operador político de este
País.
Y gana el propio Beltrones al posicionarse
políticamente por encima de todos los preferidos de Peña Nieto. De esto último no
hay duda. Solo 2 cosas harían posible que Manlio no apareciera en las boletas
del 2018: una catástrofe electoral para el PRI en 2016 y que el propio Manlio decidiera
no participar. Esto último parece prácticamente imposible si consideramos su
declaración del pasado 17 de Agosto: “ Para el 2018 hay más que Videgaray, Nuño
y Osorio”.
Esta jugada del Presidente Peña es una
muestra clara de cómo se debe jugar la real política. Esa política que ha
estado ausente en la mayor parte de este gobierno y que le ha impedido dar
respuesta eficaz y oportuna a diversos problemas que ha enfrentado y que han
derivado en serios conflictos y algunos en graves crisis como la de la casa blanca de Sierra Gorda, Ayotzinapa, Tlatlaya y la fuga del Chapo solo
por mencionar alguna de ellas.
Manlio Fabio Beltrones, para nadie es un
secreto, fue uno de los principales operadores de las Reformas del Presidente
Peña. Ahora con su nombramiento, ya es un factor de futuro, para bien o para
mal, para este Gobierno y para el PRI.
Su peso específico como político es
insuperable para los demás actores tanto dentro como fuera del PRI.
Manlio, no hay duda, será un líder fuerte y
que mantendrá la unidad en el PRI, sin embargo, enfrentará grandes retos en los
procesos electorales de 2016 y del resultado de estos dependerá, en gran
medida, su futuro rumbo al 2018, pues los deterioros en la economía nacional,
la devaluación sistemática del peso, la corrupción y la inseguridad son pesadas
losas que tendrán que soportar los candidatos del tricolor a la hora de pedir
el voto ciudadano en los comicios por venir.
Los buenos oficios de Manlio serán decisivos
al momento de tejer las alianzas con otros partidos y para hacer una minuciosa
selección de candidatos, pues es claro que con su voto duro al PRI no le
alcanzaría para salir con resultados positivos en 2016.
Esta película recién inicia.
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