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El domingo llega a su fin acompañado de una señal distintiva: el aburrimiento,
la tristeza y aun cierta inconfundible angustia
Libertad,
Tijuana, Marzo 24 del 2018.-Quizá no haya momento más
melancólico de la semana que la tarde del domingo. Quizá te reuniste con tu
familia o tus amigos, quizá saliste a pasear, hiciste un viaje corto, tal vez
dedicaste el fin de semana a trabajar en un proyecto personal o simplemente te
tomaste un descanso de tu rutina usual. Como sea, eso termina. A esa hora ya
estás en casa, quizá mirando la televisión o una serie, tal vez tomándote un
café… probablemente también estés pensando en todo aquello que te espera el
lunes, en tus pendientes, tus tareas, y quizá eso no hace más que agudizar tu
angustia.
¿Qué tiene este momento del
día y de la semana que puede hacerlo tan triste? ¿Es sólo la perspectiva de las
obligaciones por venir y el fin del descanso lo que nos oprime? ¿O hay más?
Como mucho de lo humano, la
tristeza también es un patrón mental, una respuesta aprendida que surge en
situaciones y circunstancias determinadas. En muchos casos, la tarde del
domingo se experimenta con angustia porque de algún modo significa dejar de
hacer lo que queremos y nos gusta y regresar a algo que no disfrutamos del todo
pero que estamos obligados a realizar.
En este sentido, con cierto
ánimo filosófico podríamos hablar de una especie de dilema entre la libertad y
la obligación, o entre la autenticidad de lo que somos y aquello que en
“horarios laborales” necesitamos fingir que somos.
Si es así, cabría
preguntarse no tanto por la situación sino por la respuesta. ¿Por qué ante esa
situación nuestra reacción es el abatimiento? ¿Por qué nos dejamos oprimir por
las circunstancias? ¿Por qué, de todas las emociones que el ser humano puede
experimentar, precisamente la tristeza?
Esta es una respuesta que
toca a cada cual responder. Las pistas casi siempre están en nuestra memoria,
así como la posibilidad de solución.
De cualquier manera,
compartimos a continuación algunas sugerencias que ayudan a combatir esa tarde de depresión dominical.
Intenta no dejar tus
pendientes laborales o escolares para el último minuto
Si de por sí las tardes de
domingo pueden ser difíciles, más aún si las colmas de trabajo, tareas u otro
tipo de obligaciones que necesitas tener listas para la mañana del lunes.
Organiza mejor tu tiempo y reserva estas últimas horas del domingo para salir
dulcemente del fin de semana y entrar lo mejor posible a la semana laboral.
Utiliza los viernes
para preparar el lunes
Si sabes que el lunes por la
mañana todo estará listo para que retomes tu rutina, es muy probable que
entonces el domingo no tengas mucho de qué preocuparte. Piensa con previsión e
intenta el viernes por la tarde preparar lo que necesitarás al inicio de tu
semana laboral. De ese modo, el fin de semana será un momento en el que
efectivamente dediques el tiempo a lo que quieres.
Actívate
Bertrand Russell señaló alguna vez la contradicción entre
una forma de vida que nos ha llevado al sedentarismo y la pasividad y, por otro
lado, la necesidad de movimiento de nuestros cuerpos. En el balance entre una y
otra circunstancia el ser humano se queda con un exceso de energía que al
parecer no sabe reconducir, que almacena o canaliza hacia actividades poco
provechosas para sí y a veces incluso destructivas. La tristeza, en ese
sentido, es también un exceso de energía mal conducido, interiorizado a tal
grado que ahoga al sujeto.
A este respecto, piensa en
la posibilidad de hacer algo los domingos por la tarde. Salir a correr o al
menos a caminar, quizá ayudar como voluntario en una asociación cerca de tu
casa, tal vez cocinar, limpiar el lugar donde vives, escribir, leer, etc. Algo
que no mires como una obligación sino con gusto, y que te mantenga en un estado
de actividad y también de placer.
Date cuenta de que el tiempo no existe
La división humana del
tiempo es, en esencia, una invención. El tiempo no es más que un flujo
interminable, único, al que seccionamos imaginariamente y le impusimos algunas
cuantas designaciones para hacerlo o más comprensible o menos angustiante.
Pero
lo cierto es que, en cierto modo, el tiempo no existe. Existen la vida y el
transcurso de la vida.
Tu vida. Si los domingos por la tarde se hacen así,
melancólicos, tristes, quizá podrías preguntarte por qué, pero en serio,
pensando menos en el domingo en sí que en tu propia vida. ¿Qué intenta decir
esa tristeza?
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