LIBERTAD,
RÍO DE JANEIRO, 04-AGOSTO-2016.-Lula, el
"padre" de los Juegos, se ausentará de la ceremonia de apertura del
viernes en el estadio Maracaná. Según el diario "Folha de Sao Paulo",
el ex presidente declinó la invitación que le hizo llegar el COI para la
inauguración.
Zika, crisis económica,
escándalos de corrupción y una presidenta ausente: cuando Brasil inaugure
"sus" Juegos Olímpicos este viernes, ya no será la potencia
ascendente que se ganó en 2009 el derecho a ser la primera sede olímpica de
Sudamérica.
"Se abre una nueva
frontera", aseguraba todavía en 2009 el ex mandatario Luiz Inácio Lula da
Silva, el día en que un pujante Brasil convenció al Comité Olímpico
Internacional (COI) de entregar la organización de los Juegos de 2016 a Río de
Janeiro.
Pero en Brasil, el
"país del futuro" latinoamericano, corren ahora tiempos duros. Su
economía se desplomó en 3.5 por ciento en 2015 y las previsiones para este año
también apuntan a una fuerte contracción económica. El país que bajo la
presidencia de Lula sacó hasta 2010 a más de 40 millones de personas de la
pobreza ya tiene en tanto a casi 11.5 millones de desempleados.
Desde mediados de 2015
es el epicentro además de la epidemia de zika, una de las enfermedades que más
preocupa en el mundo por estar asociada a casos de microcefalia en recién
nacidos. Más de 165,000 personas están bajo sospecha de contagio en Brasil, los
casos confirmados de microcefalia o trastornos similares en bebés ascienden a
1,700, según cifras de la Organización Mundial de la Salud.
Y está, claro, la
crisis política.
La presidenta Dilma
Rousseff no estará el 5 de agosto en la apertura de Río 2016, como le habría
gustado a su predecesor Lula. "No pretendo participar en los Juegos en una
posición secundaria", dijo Rousseff recientemente en una entrevista para
descartar que estará en la tribuna de invitados junto a Michel Temer, su
vicepresidente y actualmente jefe de Estado interino.
La mandataria está
suspendida del cargo desde mayo por acusaciones de haber maquillado los
presupuestos públicos, y podría ser destituida definitivamente en las
siguientes semanas, poco después de que termine la cita olímpica el 21 de
agosto.
Casi peor imagen que
Rousseff tiene sin embargo la clase política brasileña en general: unos 50
políticos son investigados actualmente en el marco de la operación "Lava
Jato", que investiga el desfalco vinculado a la petrolera estatal
Petrobras y que es visto como uno de los mayores escándalos de corrupción de la
historia del país.
También Lula, el
"padre" de los Juegos, se ausentará de la ceremonia de apertura del
viernes en el estadio Maracaná. Según el diario "Folha de Sao Paulo",
el ex presidente declinó la invitación que le hizo llegar el COI para la
inauguración.
El peor escenario para
Temer, eso sí, sería que durante su aparición en el Maracaná lo acompañe un
concierto de silbidos y de insultos, como le ocurrió a Rousseff en la apertura
del Mundial de fútbol en 2014.
Temer, enemigo de la
presidenta desde que apoyó el proceso de "impeachment" en su contra,
registra una popularidad por los suelos: sólo el 14 por ciento aprueba su
gestión, según una encuesta reciente. Como consuelo le queda quizá constatar
que por ahora no ha habido en Brasil protestas sociales similares a las que
empañaron las semanas previas a la Copa del mundo hace dos años.
Lejos quedan, sin
embargo, los días de resplandor de Lula, cuando el ex obrero metalúrgico
clamaba al mundo que Brasil ya estaba listo para ser anfitrión de la principal
cita deportiva del planeta.
Otra muestra de la
crisis institucional sería que ninguno de los ex jefes de Estado de Brasil
vivos esté en el palco de honor, como especulaba el diario. Por ahora también
Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) rechazó la invitación, según
"Folha".
"Sí,
podemos", aseguraba el ex mandatario hace siete años durante la histórica
jornada en Copenhague en que derramó lágrimas de emoción después de que el COI
optara por Río para 2016 en lugar de la Chicago de Barack Obama, de Madrid y de
Tokio. Y Brasil pudo entonces.
Pero ahora está la
crisis. Y con los primeros Juegos sudamericanos a punto de arrancar, y después
de los múltiples retrasos y problemas con las obras de infraestructura de los
últimos meses, al golpeado Brasil de 2016 y a la "ciudad maravillosa"
les queda ahora sólo apelar a su vieja magia, como hacía días atrás el
presidente del COI, Thomas Bach.
"Confiamos más que
nunca en que serán grandes Juegos Olímpicos al estilo brasileño: llenos de
pasión y de energía",
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