* Aquellos que creen que la vida en la Tierra se
extinguiría por completo se equivocan.
Libertad, Agosto 2015.-Toda
la vida en la Tierra depende del sol, dada la privilegiada posición de nuestro
planeta a su alrededor, ocupando la franja de habitabilidad, la energía y
calor de nuestra estrella madre ha permitido que surja la desbordante variedad
de formas de vida que conocemos y que conocimos. De ese modo, cabe pensar
que si el sol un día desapareciese de pronto (hagamos ese ejercicio imaginativo
pese a que no sea posible tal cosa) toda la vida en la Tierra se extinguiría
¿verdad? Pues estás en un error. Si quieres saber qué le pasaría a nuestro
planeta en ausencia repentina del sol, sigue leyendo.
¿Qué sucedería si
de pronto el sol se desvaneciese? ¿Nos enteraríamos en ese preciso
instante? Bien, la respuesta es no, tanto gravitatoria como lumínicamente.
Teniendo en cuenta que según Einstein probara en 1915 la fuerza de la gravedad
no es instantánea, sino que viaja a la velocidad de la luz, y dado que la luz
del sol tarda 8 minutos en abandonar la superficie del sol e incidir en la
Tierra; si el sol desapareciese de pronto la humanidad (y todo el planeta) viviría
ajena al drama que estaría a punto de suceder durante 8 minutos.
Tras eso, no nos
quedaríamos totalmente a oscuras. El cielo seguiría mostrando la luz de
otros astros, no así la que refleja la luna o el resto de planetas de nuestro
sistema, que en muy poco tiempo se irían apagando (Júpiter se encuentra a 33
minutos luz de la Tierra en su punto de máxima aproximación, por ejemplo).
Además, durante un tiempo la electricidad en las ciudades seguiría
funcionando, por lo que tendríamos luz artificial brevemente.
Las primeras en
notar la ausencia del sol serían las plantas, ya que sin su presencia se
detendría la
fotosíntesis, el proceso mediante el cual generan su comida. Por
ello, en solo cuestión de días morirían las plantas más pequeñas. Y eso no
es lo más preocupante, sino la bajada de temperatura, que descendería a los 0
grados Celsius con el paso de solo una semana. Para finales del año 1 tras
la desaparición solar, la temperatura se desplomaría hasta los -101 grados
Celsius.
Mientras tanto, el
agua de los océanos comenzaría a congelarse aumentando por tanto de volumen.
Con el tiempo, todo el planeta se transformaría en una bola de hielo, aunque
bajo las cortezas heladas (tal y como sucede hoy en los lagos de montaña)
habría lugar para un océano de agua líquida. Si para ese instante queda
algún humano vivo, su única oportunidad de supervivencia sería establecerse en
el lecho de algún océano próximo a un afloramiento hidrotermal.
Las criaturas que
viven en estos inhóspitos lugares, de los que ya hablé en el post sobre
hipotéticas formas de vida en Europa (la luna helada de Júpiter), apenas
se enterarían de la desaparición del sol. La luz del astro rey no alcanza jamás
las profundidades en las que viven. Tampoco detectarían el desmembramiento del
sistema solar, cuyos planetas libres ya de la tiranía gravitatoria del sol
flotarían al pairo por la galaxia sin orden ni concierto.
Cualquier
observador externo daría por muerto a ese mundo helado que viaja a la
deriva, ajeno al metódico devenir de unas pocas especies de crustáceos y
gusanos tubulares. ¡Qué irónico verdad! Ellos serían los únicos embajadores
pluricelulares del viejo esplendor biológico de la Tierra.
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